Estar continuamente adelantándome a las cosas, no me hace disfrutar del presente y es sencillamente vivir constantemente en un futuro, anticipándome a él y probablemente sea incierto e imaginario donde nunca acaba siendo lo que realmente acabará siendo.
Pero aunque sólo existe el presente, algunos nos empeñamos en no vivir en él. Solemos estar unas veces mirando hacia atrás, en el pasado; y otras mirando a lo lejos, en el futuro.
El pasado es memoria o recuerdo y el futuro es esperanza o miedo.
Me siento prisionera de las prisas y cada día me fascina más con la velocidad en que todo evoluciona.
Cuando éramos niños el tiempo transcurría lentamente y conforme nos vamos haciendo mayores el transcurrir del tiempo se hace más rápido.
Dicen que sólo, los que son capaces de situarse en el presente, de disfrutar del momento, son felices. Y es una realidad como una casa, por eso los niños pequeños, que son incapaces de situarse en el tiempo, son felices y lo son porque viven en el presente.
Hay días que tiendo a la melancolía y hoy quizás sea uno de ellos, pero conviene dar valor a las cosas y pocas hay tan valiosas como el tiempo.
Yo siempre he creído que hay vidas cortas cargadas de vida y vidas largas sin vida apenas.
Con el tiempo podemos llegar a notar cómo pasa por nosotros o nosotros por él, que no es lo mismo pero es igual.
Todos somos de alguna manera tiempo.
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